En 2011 alambré un pedazo de tierra en las sierras de Córdoba y comencé a pagar los impuestos, lo que se llama legalmente comenzar a ejercer actos posesorios sobre una tierra ociosa. Al hacerlo, conocí a otras personas –casi todas mujeres– que estaban haciendo lo mismo, no de manera aislada sino de manera colectiva, en otras partes de las sierras de Córdoba. Estas personas, principalmente provenientes de Buenos Aires y Córdoba, se establecieron en terrenos fiscales y comenzaron, de a poco, a habitar ese espacio. Si antes la consigna era “a desalambrar”, ahora, a alambrar. Delimitación y uso del espacio. La propiedad privada como enunciado, como voluntad que indica: señalar, delimitar, poseer.

Si bien el proyecto parte de una experiencia personal se propone una reflexión más amplia sobre la propiedad privada y el derecho a la tierra, donde se busca que el relato visual y las informaciones que lo acompañen puedan activar una experiencia abierta, estética y relacional. Para hacerlo, combinan diferentes elementos que componen esta experiencia: fotografías de terrenos que están en un proceso similar junto con retratos e historias de personas que habitan de este modo.

Me interesa la fotografía no como materia muerta sino como vehículos para establecer relaciones y reflexiones. No me interesa la mirada documental como fin en sí mismo, sino la condición de documento que habilita la posibilidad de (re)presentar conceptos e imaginarios.

El proyecto contó con la Beca de Creación del Fondo Nacional de las Artes y fue exhibido en el marco de la exposición Adentro no hay más que una morada con curaduría de Alejandra Aguado en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Buenos Aires en 2021.